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Dos esferas se elevan, unidas por el abrazo firme de una cuerda.
En su piel, la arcilla desnuda las huellas del tiempo, texturas que narran batallas silenciosas y quietudes profundas. No son grietas, sino marcas de lo resistido.
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Esta obra es el eco de una capacidad inquebrantable de resistir. Nos recuerda que la erosión no destruye, sino que revela la belleza que nace de la fortaleza y de la voluntad de existir, a pesar de todo.
pervenio



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